sábado, 18 de septiembre de 2010

Fonología

Haré un recuento sobre las nociones relacionadas con la noción de fonética y fonología , que están estrechamente vinculadas. Empezando desde la antigüedad hasta el estructuralismo.


En la antigüedad, la Etimología dice cosas interesantes sobre la construcción de significados a partir de las letras que llevaban consigo significados no arbitrarios.

Si bien en la antigüedad no existen grandes antescedentes de la teoría fonológica, hay cosas curiosas que mencionar. El simbolismo fonético, argumento de los naturalistas, que considera cada nombre reflejo del objeto que designa, ya que “el dador de nombres ha atribuido adecuadamente los nombres a las cosas. Y esa adecuación pasa por la imitación fónica por un cierto grado de onomatopeya” (Tusón:1982).

Esto resulta curioso, pues coincide con algunas de las hipótesis sobre el origen del lenguaje, que alguna vez fueron tan discutidas , que sostenían que el origen del lenguaje estuvo en la onomatopeya o bien en la interjección. Además, si “la grámma, principalmente considerada como una letra del alfabeto junto con sus valores fonéticos” (Robins:1967); parecería que los naturalistas asignaban un valor semántico a esas letras (fonemas griegos). Por ejemplo, “a los objetos suaves corresponden palabras en las que aparezcan la letra lambda, considerada como suave; a los objetos ásperos se les asignarán que contengan la gamma, considerada como áspera; las acciones o movimientos serán designados con palabras que posean la ro, porque imita el movimiento, etc. (Tusón:1982).

Aunque claro que hay sus contraejemplos, bastante contundentes por cierto, siguiendo este argumento, podríamos inferir entonces que la lambda es una unidad con significado suave, la gamma una unidad con significado áspero y la ro una unidad con significado de movimiento; y si esto fuera, entraría en contradicción con la doble articulación de Martinet.

Afortunadamente, sabemos que no hay tales valores semánticos en los fonemas y que las onomatopeyas no tienen gran presencia en las lenguas; , es decir, que la unión entre significado y significante es arbitraria. En realidad, el Cratilio , donde se observa la controversia entra naturalistas y convencionalista, ha sido objeto de las más variadas interpretaciones.

Es destacable que en Grecia “se intentaron algunas clasificaciones articulatoria. Se introdujo la sílaba como unidad estructural de descripción fonológica y en la época de los estoicos ya se tenía una idea clara de que el lenguaje oral era producido por la intervención de los órganos articulatorios en el aire que sale de los pulmones” (Robins: 1967) . Esto llama la atención pues el estructuralismo, que es donde se inaugura como tal la fonología, elabora su teoría con una base ariculatoria.

Aunque “el marco descriptivo de la fonética griega fue el alfabeto griego y todas las formulaciones que se hicieron tomaron la forma de registro de pronunciación de letras.”(Robins:1967). Este “enfoque fonético basado en las letras impide el reconocimiento de las diferencias alofónicas de los fonemas griegos” (Robins:1967). Como parte de la Prosodia, que se ocupa de la correcta pronunciación de las palabras, puede entenderse, tal énfasis en asignar un valor fonético a las letras, pues si bien el alfabeto griego era bastante fonológico dejaba detalles que señalar.

Me viene a la mente los comentarios hechos en clase sobre los libros de texto para la educación básica y media básica, pues en ellos subsiste esta idea antigua de equiparar sonidos a letras. Cuando hablan de que el español tiene un número determinado de letras o que existe el fonema /c/ .

Sin embargo y regresando a Grecia, los estoicos “distinguieron tres aspectos de la letra escrita: valor fonético, su forma escrita y su nombre” (Robins:1967) .

Esta distinción siguió durante toda la antigüedad, usando las traducciones al latin.

Durante la Edad Media se dio la especulación sobre el lenguaje, y saliendo de esa corriente teórica, el Anónimo Islandés, en el siglo XII fue original al trabajar la ortografía de una lengua no clásica, pues en ese entonces la educación y la cultura necesitaban de las lenguas clásicas y pocos se interesaban en las lenguas vulgares, y si lo hacían, eran para imponerles el modelo de las lenguas clásicas.

El Anónimo Islandés en una corriente práctica, se plantea el objetivo de que “cada país ha de escribir en su propia lengua los hechos notables, propios y ajenos, las leyes ( y en este último terreno, afirma, se debe evitar la ambigüedad originada por un sistema de escritura defectuoso e insuficiente” (Tusón:1982) . Con este propósito práctico, realiza un trabajo con las vocales, que son treinta y seis. Y resulta clara el problema que deseaba resolver, pues si el latín tiene cinco grafías para vocales, supongo que era ambiguo su uso para representar la más de treinta vocales del islandés.

Primero determino el número de vocales con una prueba de conmutación, donde eran considerados sonidos distintos los que cambiaban el significado de las palabras . Un claro antescedente de las reglas fonológicas que establece Trubetzkoy ya en el siglo XX, aunque no es mencionado. El Anónimo Islandés da como evidencia pares mínimos .

Luego partiendo de las cinco grafías latinas, introdujo cuatro más que resultaban de la combinación de las primeras cinco y luego aprovechando que esas nueve vocales podían ser nasales u orales, y largas o breves; añadió dos diacríticos que completaron las grafías requeridas. Esto tomando como principio la economía.

En palabras de Tusón (1982) “el Anónimo Islandés descubrió en el siglo XII la fonología”, de ahí que se le considere el Primer gramático. Aunque su obra no logro difusión, debido a factores históricos, entre ellos, que su reforma ortográfica no prosperó entre los copistas.

Durante el Renacimiento, la gramática tradicional sigue dividiéndose en Ortografía, que se ocupa de las letras y su pronunciación; Prosodia, enfocada a la poética; Etimología, que se acerca a la morfofonología; Sintaxis, sobre las partes de la oración. Conserva un carácter prescriptivo y práctico. Presta atención a la pronunciación de las letras.

Es a partir de este mismo periodo que “la fonética y todas las aplicaciones que pueda tener en la enseñanza de idiomas, en la ortografía, en la taquimecanografía, etc, recibieron mucha atención en Inglaterra, influyendo en este terreno, además, desde el siglo XVII, la obra de fonetistas hindúes” (Robins:1967). En la definición de sonidos a partir de una base articulatoria, destaca la distinción entre un punto fijo y uno móvil (articulador pasivo y articulador activo). Sin embargo, la distinción entre letra y sonido no era comúnmente distinguidas, como una excepción a ellos Sir Williams Jones “mostró y despertó gran interés por los problemas de la transcripción fonética del sánscrito, persa y arábigo, que contaba con otro sistema de escritura, diferente al heredado por Roma” (Robins: 1967) . Entonces reconoce la conveniencia de usar los recursos de dichas lenguas asiáticas para su transcripción, sin querer forzarlas al alfabeto latino, que ya notaba insuficiente para las vocales del inglés.

Después se publica el tratado Standar Alphabet de C.R. Lepsius, de base articulatoria. Y finalmente en 1889 el IPA que sigue revisándose hasta el momento, y es uno de los alfabetos fonéticos más usado en la publicación de artículos relacionados con el tema. Mientras en Estados Unidos la fonética tenía aplicaciones terapéuticas.

En el siglo XIX, la fonética es el estudio del cambio diacrónico, que si bien se aclara que lo que se compara no son letras sino sonidos (según observó Schleicher). “La fonética giró al rededor de la fisiología y la acústica, siendo muy aceptadas las investigaciones de tipo experimentala finales de este siglo. Se estimó que las aplicaciones de la fonética en la reforma de la escritura y en la enseñanza de idiomas eran muy importantes, ya que se dirigían hacia la extensión de la educación, y por consiguiente, hacia el progreso social en general.” (Robins:1967)

Esta corriente práctica continúa hasta Sweet, en cuyos escritos ya se adivina la noción de fonema. El término es introducido por Baudouin quien distingue sonido, fono y fonema. “Sin embargo, hasta la segunda década del siglo XX, el término fonema no tuvo aceptación universal, y fue gracias a las enseñanzas de Saussure. Este utilizó la palabra francesa phoneme, aunque casi siempre en el sentido de realización fonética de los sonidos del habla; pero en su teoría estructural del lenguaje, el concepto de distinción fonológica es la pieza central de toda teoría fonológica” (Robins:1967)

Luego los neogramáticos los criticarían por la poca seriedad de las leyes fonéticas (proceso de rotación de consonantes) , postuladas por Grimm. Proponen la analogía para resolver las excepciones dejadas por los comparatistas.

Saussure considera la misma división : la fonética como el estudio diacrónico de los sonidos y la fonología como el estudio sincrónico de los sonidos. Siendo quien inaugura el estructuralismo, sienta las bases para el Círculo de Praga, que es donde la fonología se institucionaliza.

En las tesis del 29 es donde se plantea la “necesidad de distinguir el sonido como hecho físico objetivo, como representación, y como elemento del sistema funcional” (Trnka:1980) , es decir diferentes status . Así como el principio estructural del sistema fonológico: “el contenido sensorial de tales elementos fonológicos es menos esencial que sus relaciones recíprocas en el seno del sistema.” (Trnka:1980). Es decir “Los sonidos pertenecían a la parole, el fonema pertenecía a la langue” (Robins:1967). Por lo que el análisis en dos niveles es fundamental en esta teoría, siendo el nivel émico donde se encuentras los fonemas, que se realizan en sonidos del habla, que son unidades del nivel fonético; en este momento es cuando la fonética deja de ser considerada sólo para la diacronía. Además del objetivo de la fonología sincrónica que ha de ser el establecer el inventario de fonemas, que están formados por un conjunto de rasgo distintivos pertinentes” (Robins:1967) . Esto se analiza desde una base articulatoria.

Trubetzkoy parte de la idea de la diferencia, es decir la oposición fonológica distintiva, que son aquellas que “pueden diferenciar las significaciones intelectuales de dos palabras” (1939). Siendo entonces, el fonema la unidad fonológica distintiva, definida como un haz de rasgos. Y postula cuatro reglas que permiten diferenciar al fonema de sus variantes:

“Regla 1. Cuando dos sonidos de la misma lengua aparecen exactamente en el mismo contexto fónico y pueden ser reemplazados el uno por el otro sin que esto provoque una diferencia en la significación intelectual de la palabra dichos sonidos serán sólo variantes facultativas de un fonema único.” (Trubetzkoy: 1939)

Es decir, cuando no cumplen con una función distintiva no pueden considerarse fonemas.

“Regla 2. Cuando dos sonidos aparecen exactamente en la misma posición fónica y no pueden ser reemplazados el uno por el otro sin modificar con ello la significación de las palabras o convertir a estas en irreconocibles, dichos sonidos son realizaciones fonéticas de dos fonemas distintos.” (Trubetzkoy:1939)

Al igual que la Regla 1, se refiere a una prueba de conmutación, y explica los dos casos posibles.

“Regla 3. Cuando dos sonidos de una lengua emparentados acústicamente o articulatoriamente no se presentan nunca en el mismo contexto fónico, deben ser considerados como variantes combinatorias del mismo fonema.” (Trubetzkoy:1939)

Son alófonos en distribución complementaria.

“Regla 4. Dos sonidos aunque se ajusten a las condiciones de la Regla 3, no deben ser considerados como variantes de un mismo fonema cuando pueden , en la lengua de que se trata, hallarse contiguos el uno al otro, es decir formar un grupo fónico en las posiciones en que también uno de ellos puede aparecer aislado.” (Trubetzkoy:1939)

La distribución complementaria es excluyente, no permite la coexistencia.

También, Trubetzkoy hace una clasificación lógica de las oposiciones distintivas, basándose en tres criterios: en relación a otras oposiciones, con lo que pueden establecerse clases naturales a partir de pares mínimos; en relación a la relación entre sus miembros, lo que luego daría origen al binarismo; y de acuerdo a su capacidad distintiva, que permite explicar las neutralizaciones.

Mientras, en el Círculo de Copenhague, Hjelmslev, quien trabajó con Uldall lleva el estructuralismo hasta su máxima expresión, con la Glosemática, que la caracteriza como una teoría deductiva y empírica; en la corriente teórica, destaca su formalismo. Si bien, no le interesa el habla, y se centra en lo que sucede en la lengua, el objetivo de la Glosemática es analizar hasta encontrar las unidades mínimas, irreductibles e invariantes.

Dentro de este marco teórico, tan formal, el análisis de las unidades fonológicas distintivas entraría en la cenemática , que es la que analiza las unidades “vacías”, del signo; atendiendo a la doble articulación de Martinet.

CONCLUSIONES

Al rastrear la noción de fonología a través de un eje diacrónico, he notado dos momento importantes para la fonología:

El primero es cuando la distinción entre letra y sonido se hace más nítida, al menos entre los lingüistas, así que en la medida en que participen en la educación , está distinción será más clara para el público en general.

Es importante porque así pudo hablarse de sonido sin el sesgo ortográfico. Lo cual nos lleva al segundo momento.

El segundo momento es cuando la noción de fonema aparece, pues, permitió clasificar los sonidos de acuerdo a su status en la lengua.

Aunque este recuento no llega al generativismo, considero que el uso de matrices permite la formalización de la teoría fonológica.

Como un comentario extra quiero señalar el curioso juego entre la corriente práctica y la corriente teórica, pues aparentemente han sido problemas prácticos los que ha llevado a la corriente teórica a aparecer para dar herramientas a la corriente práctica.

BIBLIOGRAFÍA

Hjelmslev, Louis (1980 (1943)) Prolegómenos a una teoría del lenguaje. Madrid: Gredos.

Robins, R.H. (1967) Breve historia de la lingüística. Madrid: Paraninfo.

Trnka, B y otros (1980) El Círculo de Praga. Edición de Joan A. Argente. Barcelona: Anagrama

Trubetzkoy, Nicolai (1973 (1939)) Principios de fonología. Madrid : Cincel

Tusón, Jesús (1982) Aproximación a la historia de la lingüística. Barcelona: Teide.

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